Review: Ori and the Blind Forest


Dios bendiga los juegos de plataformas. Desde que Super Mario Bros nos enseñara que comer setas no estaba tan mal, el mundo de las plataformas 2D ha ido evolucionando hacia cotas de dificultad inusitadas, dando lugar a juegos recientes como Super Meat Boy o Braid que han sabido dar una vuelta de tuerca al sistema de saltar y aplastar bichos.

El juego que nos ha traído hasta esta entrada vio la luz en 2015 y su apuesta fueron gráficos y música preciosistas, una historia digna de cualquier película de Disney y mucha coordinación para completar los retos. Aunque a primera vista su sistema resulte sencillo, con habilidades tan simples como saltar, atacar y alguna más que desbloquearemos a los largo de la aventura, la dificultad que plantean algunas de sus secciones nos hará pensárnoslo dos veces antes de llamarlo "simple".

Nuestro personaje principal es Ori, vástago del gran Árbol del Espíritu, que durante una serie de desafortunados eventos se perderá y acabará siendo adoptado por otra criatura del bosque. Por desgracia, este bosque está muriendo, así que Ori, junto al fiel Sein, deberá asumir su destino y salvar al Árbol del Espíritu antes de que el bosque finalmente sucumba.

Cada vez que derrotemos a los enemigos que encontraremos en pantalla, Ori conseguirá orbes naranjas. Al llegar a cierta cantidad, estos se transformarán en puntos de habilidad que podremos canjear en el menú por nuevas habilidades, mejoras para Ori y ayudas en el mapa. Lo ideal será gastar nuestros puntos de forma equilibrada para que así Ori sea fuerte y hábil, pero también tenga ayuda a la hora de avanzar por los distintos escenarios.

Además, las zonas ocultan infinidad de secretos que deberemos descubrir y recoger, como mejoras de vida y poder, puntos de habilidad o trozos de mapa que nos permitirán revelar todas las zonas y los tesoros que ocultan. Como podéis comprobar, Ori and the Blind Forest es un juego que premia a los que se pierden por el camino.

También podremos grabar donde queramos, siempre que la energía para este fin (la esfera azul que rodea el cargador de puntos de habilidad) esté a tope y no estemos en zona peligrosa, lo cual simplifica la aventura... aunque en ocasiones se echa un poco de menos un autoguardado que no solo ocurra en momentos cruciales.


Como veis en la imagen, en ocasiones podremos interactuar con nuestro entorno para mover o empujar elementos que nos ayuden a acceder a alguna zona o bloqueen amenazas. A menudo la sincronización y rapidez de reflejos de los que tendremos que hacer gala nos sacarán de quicio, sobre todo cuando tengamos que repetir alguna que otra sección y veamos que nuestro número de muertes va en aumento en el menú.

Como nota graciosa, Ori también sabe de dónde viene, por lo que podréis encontrar al mismísimo Super Meat Boy en un easter egg muy bien escondido que os dejo a continuación:


¿Homenaje o burla?

Otro aspecto importante es el de la música, que acompaña a la estética de animación del juego con melodías bonitas y fáciles de recordar, aunque me daba la sensación de que estaba escuchando todo el rato la misma melodía con variaciones. Aun así, no se hace pesada y te ayuda a sobrellevar algunas secciones que reconozco que me hicieron insultar a la pantalla y lanzar el mando bien lejos.

Si intentáis jugar a este juego con teclado, en serio, sois mis héroes.


Resultón, emotivo, endiablado y divertido. Así es Ori and The Blind Forest, la muestra definitiva de que los juegos de plataformas 2D no se crean ni se destruyen, solo se transforman.



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